¿De qué planeta viniste para, con 62 añazos, marcarte 4 horas seguidas de concierto y dejar sin aliento a medio estadio?
A día de hoy, 7 horas después de finalizar el concierto que Bruce Springsteen y la E Street Band había programado para Madrid, no me lo puedo explicar. Lo que anoche sucedió en Madrid supera las expectativas de uno y, a estas alturas, contamos por varias centenas los conciertos que llevamos a las espaldas.
Habíamos leído que Bruce venía haciendo conciertos largos en esta gira, los últimos conciertos pasaban de las 3 horas, pero eso venía siendo la tónica de toda la vida con Bruce. Desde luego que lo de ayer no tiene nombre, bueno si “Cuatro horas” de Rock&Roll, lección magistral y plusmarca personal: 3 horas 48 minutos encima del escenario.
No creo que el mérito de estar cuatro horas encima de un escenario dándolo todo sea lo que más haya que destacar hoy, es algo significativo pero no es lo más. Anoche todos esperábamos que la campaña #vaportinacho hiciera efecto y Bruce le pudiera dedicar una canción a este fan fallecido recientemente cuya máxima ilusión era ver al Boss, las canciones pasaban y no parecía llegar, pero Bruce sabe tocarla, para eso está en un templo del fútbol, sabe esperar y Zas! Nacho se ha llevado para el solito “The River” y la habrá disfrutado. Todo el estadio enmudeció.
Consciente de que hasta los twitteros más populares como @buenafuente se habían involucrado en esta causa, creo que es un homenaje que todos esperábamos y aplaudió todo el estadio.
Se echó mucho de menos a Clarence Clemons, fallecido hace un año, a quien se le rinde un bonito homenaje en cada concierto al que el público madrileño respondió con una larga ovación
Hasta 16 músicos encima de un escenario que no paraba de derrrochar clase y calidad por los cuatro costados si bien la primera hora de concierto fue más slow tempo de lo que algunos habrían querido pero claro, en cuatro horas ¿qué esperas?
Little Steven controla el escenario mientras el jefe se dedica a ir de un lado a otro para animar al público y levantar las primeras ovaciones, es el capo, como en su papel de Los Soprano a la sombra de Tony, en el escenario está a la sombra de Bruce pero siempre alerta, controla todo. Los 15 músicos están al servicio del jefe y el buen rollo es palpable en cada esquina del escenario. Max Weinberg manda desde los tambores las órdenes con un control absoluto de la sección rítmica.
Anoche el Bernabéu volvió a hervir como en las grandes noches de Copa de Europa pero en esta ocasión rendidos ante un mismo Dios, el jefe, Bruce, el Boss. Un tipo que es capaz de hacer llorar literalmente con The River a las primeras filas del estadio para ponerlas patas arriba y en ebullición a golpe de “Seven Nights to Rock.“
Sobre lo que incluyó y lo que faltó en el concierto, sinceramente pienso que el setlist lo manejan muy bien, siempre cambian el 20% o 30% de un concierto a otro pero la base es similar y cuando se cocina con una buena base el plato sale bien seguro. Ayer salió de Gourmet, pura delicatessen.
Si ayer algún chaval aprendiz de músico vio el espectáculo de Bruce, lo único que le podemos recomendar es que esos son los pasos a seguir, trabajar, trabajar y trabajar. Bruce es el obrero del rock, se gana a la gente a base de tesón, buenos temas y por pelotas. Para cabezón está el y si se propone que todo el estadio salga sonriendo y feliz, hasta que no lo consigue no se va.
Bruce estaba feliz, Madrid estaba feliz, comunión perfecta en cada momento, el módulo Bruce se acopló al Bernabeu con éxito.
Bruce sigue soprprendiendo hasta a sus más allegados con locuras como tocar el piano con la cabeza durante cuatro compases…..Un día escuché “Un artista se demuestra encima de las tablas“ pero hoy creo que las tablas son las que aprenden de este artista.