“El cielo es el límite” es un disco en vivo a la antigua, con cero retoques y mucho ambiente. Grabado sobre los escenarios del malagueño Teatro Echegaray en 2013 y el de la Sala Galileo de Madrid en 2014, recoge lo mejor del repertorio de Desperados y algunas versiones de Rolling Stones, Lou Reed o Lone Star, con la voz de su cantante original Fernando Martín, acompañado de la Southern Comfort Band y de una verdadera pléyade de colaboradores: Miguel Ríos, Javier Ojeda, Jaime Urrutia, Lou Garx, Rubén Pozo, Rosendo y un largo etcétera.
Un disco que reivindica el legado de una de las bandas más singulares de nuestro rock and roll. Aquí puedes ver la colaboración de Rosendo en “Esto no es America”
Nuestro compañero, el gran periodista Manolo Fernández ha escrito estas líneas sobre este lanzamiento..
Como me dijo el propio Fernando Martín, “Es un disco en vivo a la antigua, con cero retoques y mucho ambiente”. Cuando me hizo llegar la grabación de esta aventura, era evidente que estaba recobrando una muy buena parte de sus vivencias más profundas con el sentimiento del que necesita compartirlas con los más cercanos.
Con un año exacto de diferencia, El cielo es el límite recoge grabaciones realizadas sobre los escenarios del malagueño Teatro Echegaray en 2013 y el de la Sala Galileo de Madrid en 2014. Pero va más allá. Todo comenzó en Málaga con la primitiva idea de, simplemente, tocar las canciones de Desperados. A pesar del paso del tiempo, aquella banda surgida en la segunda mitad de los 80 guardó un cierto halo mágico que el directo siempre recupera. Con su hermano Guille en el corazón, Fernando ha reavivado canciones entonadas mil veces. Buena parte del espíritu de Desperados se trasluce casi en cada nota, aunque hay mucho más.
El cielo es el límite ya lo dice todo desde su título. Fernando Martín se ha dejado conmover por las canciones que han ido conformando su vida y su obra musical. Las ha refrescado con la potencia del directo y el apoyo de unos músicos de verdadera solera, además de amigos que siempre suman con sus nombres y sus maneras. Por aquella primitiva aventura malagueña aparecieron, por ejemplo, Miguel Ríos y Javier Ojeda, pero cuando todo se reavivó un año después sobre el escenario de Galileo había nuevas canciones propias, una composición especial de Leiva y hasta tres versiones que también dicen mucho de sus creencias estilísticas. Las elegidas fueron “Flores muertas” (“Dead Flowers”), uno de los momentos mágicos de Sticky Fingers de los Rolling Stones, allá por 1971, “Satellite of Love”, que Lou Reed llevó a Transformer un año más tarde y “Mi calle”, todo un himno del 68 para Lone Star.
Por supuesto, hubo muchos más amigos dispuestos a compartir aquel proyecto vital. Así, para el concierto de Madrid, llegaron Platos Rotos, José A. Romero, Lou Garx, Manu Clavijo, Jaime Urrutia, Rubén Pozo o Rosendo; y, como no, la Southern Comfort Band, responsable en el mejor sentido de que canciones que se han ganado acorde tras acorde el derecho a ser revividas pueden adquirir la contundencia que a veces el paso del tiempo les pudiera negar.
El cielo es el límite dice mucho de la redención de la música por sí misma cuando sus protagonistas suben a las tablas de un escenario, al fondo se escucha el chasquido de dos baquetas y una voz mágica dice “Un, dos… un, dos, tres y…”.